Tuesday, December 18, 2007

El reloj

Aporte de: Santiago Yepes
Vuelve a ver el cuadro (Una mujer sostiene una bandera que se levanta hacia hacia el cielo. Ella en pie sobre una pequeña colina, avanza y todo un pueblo la sigue. Ojos penetrantes e insignes, alta, fuerte, indómita, declama libertad).

Tomas, en su casa se pasea en derredor del mueble principal de la sala y se interroga: ¿Qué debo hacer?
Su esposa no tardaría en llegar y se le agotaba el tiempo. El quería detener aquel instante, que inevitablemente avanzaba y se le escapaba.
Pero ¿Porqué se le escapaba? ¿Quien le exigía llenarlo con hechos? ¿Quién le dijo poséelo y le otorgo manos de lijaros quebrados?

Recordó: Daniela yacía sobre él y le decía: eres la más hermosa casualidad, gracias al azar de la vida te conocí, esas palabras le resonaron como un eco en aumento. (Siempre había pensado que la persona amada era como un hermoso destino, eso le daba peso al amor, de lo contrario, se convertiría en algo insignificante, casi efímero, se fragmentaria en miles de impresiones pasajeras).

Tomás, en una reacción inconciente, miro su reloj, no buscaba el lapso transcurrido del acto o la representación de la duración del sexo. ¡No! Controlaba únicamente su transcurrir, tenia que llegar temprano a su casa.

Los movimientos eran cada vez más veloces y agresivos, de pronto, Daniela lo miro y le sujeto las manos, soltando un gemido. Aquello era casi un grito ¡Detente! ¡Detente! Tomas que hasta ese instante seguía su ritmo y se dejaba diluir, se detuvo asombrado, especuló: ¿Por qué le pedía que se detuviera?

¡No! No era al amante que le decía que se detuviera, sino al tiempo, quería detener el instante, eternizarse junto con el momento. El tiempo se le fugaba y sus movimientos se hacían más rápidos. Pero ¿Puede pararse el reloj? ¿Eternizarse en un momento? ¡Que mas no quisiera Daniela que volver el instante eternidad y fundirse con el.
He aquí el poder de esas manecillas para ella, no las podemos detener, somos presos de lo efímero.

Observo su reloj específicamente las manecillas, quería al igual que Daniela detener el tiempo, pero muy por el contrario, el no pretendía fundirse con el, deseaba evitarlo y desaparecer de su autoridad.
He aquí el poder de esas manecillas para Tomas, el futuro esta contenido en su totalidad en el presente, el cual desaparece. ¡Somos presos del infinito!

Se sentó suavemente en el sofá, inclinado su cabeza cerro los ojos y tomo un hondo respiro. En el justo momento en que los abrió, una ráfaga de aire irrumpió en el cuarto abriendo la ventana, se levanto e intento cerrarla, pero estaba neciamente trabada.
El viento seguía entrando y a tomas le empezaba a dar frió. ¡Maldición! Gritó, como si con esas palabras intentara mantener la calma.
Un gran esfuerzo la hizo ceder, levanto la cabeza con los ojos perdidos, pensó: el hombre no ha elegido vivir, ni a sus padres, tampoco ha elegido su cuerpo, ni el lugar donde nace, nace con una serie de imposiciones y como imposición esta condenado a morir.
Por unos momento vio el reloj, quería evitar la llegada de su esposa, sabia lo que pasaría, volvió a ver el reloj, tomo sus cosas y se marcho.