Sunday, January 28, 2007

Extraño la vida...

28 enero ‘07

Como extraño la vida, levantarme en las mañanas con fuerzas apara enfrentar el día, con esperanza de ver salir el Sol y sentir su impacto en mis hombros y mi frente dándome energías para avanzar.

Extraño respirar, abrir mis pulmones para dejar entrar ese aire de pureza que impregnado de tu olor me endulzaba la existencia y elevaba por los cielos permitiéndome volar en nubes de sueños mágicos.

Me falta el sabor de tu piel suave como terciopelo que se derretía en mi boca cuando la acariciaba con mi lengua. Y su calor que me protegía de las inclemencias de la vida.

Y me ahogo en mis propias lágrimas, y se me enfría el cuerpo pues la sangre no corre más por él, ya que mi corazón ha dejado de latir, y mi alma se ha escapado a otro plano buscando crecer sin sufrir.

Y he dejado de vivir, sin un latido que me marque el compás de los pasos, sin el calor que descongele mi corazón y sin el Sol de esperanza que me dé fuerzas para levantarme, avanzar y seguir luchando por existir.

Sigo aquí, sin vida en mi lecho de muerte que fue descanso algún día pero hoy a falta de tu cuerpo ha helado el destino. Pierdo el aliento, las fuerzas, el color de mi piel se desvanece y entre el negro de la noche huye la esperanza dando pie al ingreso de la melancolía de cuya mano extraño la vida.

Rodolfo Carrillo M.

Saturday, January 20, 2007

¿Cómo decírtelo?

13 diciembre ’06 al 20 enero ‘07

Si me acerco con cautela
para no espantar tu andar
pero mis pasos retumban
en el mármol de tu porche.
Y solo al verme cierras puertas
y clausuras las ventanas.
Busco una apertura
por donde poder hablarte
pero solo alcanzo a ver
como corres por tu refugio
cerrando cada espacio
que podría permitirme mirarte.
Llamo a tu puerta con decisión
pero no hay respuesta.
Grito tu nombre fuertemente
y nada sucede.
Me armo de paciencia
y espero el momento
en que amanezca
para ver si logro
colarme con un rayo de sol
por alguna ventana.
Solo necesito un momento,
solo quiero un instante,
solo necesito tu atención
para que escuches dos palabras.
Pero, ¿cómo decírtelo?
si no encuentro la oportunidad,
si no existe el momento correcto,
si no tengo el valor
para tumbar tu puerta,
ni tú para dejarme pasar.
¿Cómo podremos saber
qué sería de esto,
si no nos dejamos entrar?

Rodolfo Carrillo M.

Una noche con mis eternas compañeras…

20 enero ‘07

Esta noche, me siento con mis eternas compañeras a soñar contigo. La Vela me habla de aquella luz que emana de las profundidades de tu mirada, que aprovecho para dar dirección a mi barca y para descubrir esos tesoros, que se esconden entre las sombras que la soledad forma en mi corazón. Mi compañera, se toma el tiempo para advertirme que al mirarte debo cuidarme de no hacerlo directamente pues, podría terminar encandilado y así correr el riesgo de perder el camino que me lleve hacia ti.

En ese instante, se alza una voz que me recuerda la cadencia con que tus movimientos marcan el ritmo a mis días. Entre versos acompañados de acordes, puedo sentir el latido de tu corazón entre mis manos que desean hacerse entre seda y plomo, para poder cuidarlo sin rasgarlo pero también, resguardarlo de cualquier agresor. Es la Música quién susurra a mi oído tu melodía y me dibuja tu presencia que baila alegremente por los campos de mi mente e imaginación.

Al oír de presencia es la Copa quién se alza reclamando tu silueta en su forma, al mismo momento, que en su contenido me habla de la calidez de tu ser, la dulzura de tu boca, el suave aroma de tu cabello y me permite ver que eres el néctar del que se nutre mi vida y alimentan mis órganos vitales: el corazón, la mente y el alma.

Es la Pluma, quién registra esa vida con detalle, la que entonces, relata el cómo tu mera existencia es quién dicta las pautas del libro de mis días. Registra cómo los sueños se plasman en papel, cómo en cada una de mis acciones te busco por doquier, cómo hasta la más mínima de mis palabras emana de lo más profundo de mis entrañas en un intento por llamarte para encontrarte y el cómo mi llanto es mi forma de regar para mantener fértil el terreno donde algún día sembraremos la semilla de nuestro Amor.

Rodolfo Carrillo M.