30 diciembre '14
Este año he aprendido que vivimos en una constante demanda hacia otros y más atentos a lo que recibimos y/o no recibimos que de lo que damos. Juzgamos constantemente a otros: "Amigo es el que llega a sin ser llamado, el que te da esto y acepta lo otro…" "El que verdaderamente te ama hace esto y no te hace esto otro, te da estas cosas y definitivamente no se comporta de esta otra forma".
Siempre enfocados en el otro… en sus acciones, pensamientos, omisiones, etc. Pero, tal vez deberíamos dedicar todo ese tiempo a observar lo que nosotros somos, damos y no damos, en vez de estar tan pendientes de los otros.
Sería bueno proponernos para este nuevo año ocuparnos más de nosotros mismos, nuestros valores, carácter, personalidad, acciones, omisiones y, pensamientos… Afinarlos, escogerlos con cuidado y mantenerlos como nuestro principal enfoque y paralelamente, dejar de preocuparnos tanto de lo que otros hacen o no. Atendernos a nosotros mismos por nuestro propio bien… entre más nos cuidemos y amemos a nosotros menos demandaremos de los otros y más amor tendremos para compartir con ellos.
Mantener la atención en el otro significa que vivimos esperando que el comportamiento del otro sea de mi satisfacción para yo poder "estar bien o sentirme amado"… Cuando nos enfocamos en nosotros mismos tomamos control de nuestra vida y ese control nos saca de la víctima, de la expectativa y nos coloca en la silla del conductor de nuestra propia vida; podemos amarnos a nosotros mismos y así amarlo todo.
Feliz 2015.
Rodolfo Carrillo M.
Tuesday, December 30, 2014
Wednesday, September 03, 2014
Relato de un niño…
3 de septiembre ‘14
Mamá, está oscuro, tengo miedo.
Mamá, ¿por qué tenemos que estar aquí?
Mamá, ¿dónde está papá?
Mamá, quiero salir a jugar.
Mamá, ¿qué eso que suena?
Ya no quiero estar aquí mamá.
Ya no quiero tener más miedo.
Ya no quiero estar más escondido.
Quiero ver a papá.
Quiero ir a la escuela.
Quiero ver a mis amigos.
Mamá, ¿por qué mi amigo ya no puede
caminar?
¿Por qué su hermanita ya no puede ver?
Mamá, ¿qué es eso de la guerra?
La guerra no me gusta mamá.
¿Por qué tenemos que pelear?
Yo puedo compartir con esos niños mamá.
Te prometo que no voy a pelear con ellos
nunca,
sólo déjame salir a jugar mamá.
Mamá, estoy triste…
Mamá, no entiendo…
Mamá, explícame ¿por qué ya no tenemos
casa?
Mamá, ¿quién destruyó mi cuarto?
Mamá, ¿qué hice mal?
Prometo no volverlo a hacer mamá.
Solo quiero volver a casa…
Solo quiero ver a papá…
Mamá, ¿qué es eso que suena?
Mamá, tengo miedo…
Mamá, mamá, ¡mamáaaaa!
Relato de un niño, judío o palestino…
¿Qué sientes cuando ves a un niño llorar?
¿Es que ya no tienes corazón?
¿Acaso te importa más su color o
religión,
que las razones de su dolor?
¿Quién es capaz de dejar a un niño
sufrir?
¿Quién puede robarle sus razones para
sonreír?
¿Qué es la guerra? Sino adultos matando
niños…
Te engañas pensando que son soldados,
que son hombres entrenados,
que son bandos despiadados…
Pero, se te olvida que todos han sido
niños,
que muchos son padres, hermanos, esposos,
y que todos y cada uno, son hijos.
Dicen que no entiendo lo que sucede,
que el conflicto es más profundo de lo
que hoy acontece.
Que detrás hay historia, raíces y
complicaciones
que hacen difícil resolver éstas
situaciones.
Pero, no es así… los que no entienden son
ellos,
porque un niño nunca se sentiría amenazado
o menos
al lado de otro niño que viste diferente,
que es de otra raza o habla otra lengua.
Es que todos sufren en la guerra.
Todo ser humano sangra,
Y nunca hay un verdadero ganador en la
guerra.
Porque el oprimido buscará fortalecerse
para en un futuro volver a defenderse.
Y el opresor pasara a ser el oprimido
Solo para repetir una vez más, lo ya
vivido.
En la guerra nunca hay un bueno y un
malo,
Porque el sufrimiento está a destajo,
no discrimina ni perdona,
llegando a cada uno a su debida hora.
Hoy, el gran reto nuestro
es reconocer el sufrimiento.
Entenderlo en cada uno de nosotros
y apoyarnos los unos a los otros.
¡Este sí es un reto!
Porque es fácil escoger un bando
pero, trabajar por el bienestar de todos,
eso sí que es complicado.
¿Será eso así?
¿De verdad será más difícil?
Tal vez sea más sencillo
darme cuenta que todos somos niños,
que lo que queremos es jugar,
ser felices y dejar de llorar.
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¡El verdadero reto es coexistir!
Ser y dejar Ser…
Rodolfo Carrillo M.
Monday, August 18, 2014
El juego
18 de agosto ‘14
La vida es un juego de ir y venir…
Un constante flujo que solo podemos dejarlo ser…
A nuestra vida llegan cosas a cada segundo,
El arte de vivir es para mí sentirlas, vivirlas y soltarlas…
Más fácil decir que hacer,
Pero en el fondo de esta práctica yace el Amor.
A menudo nos empeñamos en juzgar las cosas; esto es bueno y esto
es malo, eso lo quiero y esto lo rechazo. Y en ese juego es donde parece que
nos perdemos pues, la vida es un camino que sube y baja pero, muchos de
nosotros queremos que sea plano.
Pero es la vida un juego, un constante experimentar que,
tristemente, a menudo nos tomamos muy en serio. El reto es encontrar el punto
medio entre el vivir y experimentar contra la indiferencia y desconexión. Pues
cuando nos conectamos a algo, rápidamente nos damos cuenta que a cada segundo
ese algo cambia y si nos aferramos sufrimos pero, si nos desconectamos nos
perdemos de la experiencia y de la vida en sí.
¿Entonces? Tal vez el primer paso sea dejar el miedo a sentir, lo
que sea que venga… Aprender a amar el sentir pues nos recuerda que estamos
vivos y que la razón es experimentar. Al poder integrar las emociones
descubrimos todo un mundo sensorial maravilloso. A veces tenemos tanto miedo a
sentir que no nos damos cuenta que lo único que sentimos es el mismo miedo. No
podemos escapar de las emociones por lo que, lo mejor es aceptarlas e
integrarlas.
También es importante dejar el miedo a vivir… a experimentar… a
que las cosas cambien… a que la gente venga y vaya para luego reaparecer y
desaparecer. Momento tras momento y vida tras vida… No aferrarnos a nada,
deseando que nunca se vaya y no huir de nada, negándonos a que regrese…
Simplemente dejar que las cosas vayan y vengan… Está bien querer y jugar, ¿no
es eso la vida? ¿Un juego?
Además, es clave entender el Amor, como aquello que es capaz de
abrazarlo todo, aceptarlo… y cuando vivimos aceptando lo que viene y va sin
temor, sin miedo… entramos en la vibración del Amor que todo lo acoge. El Amor
de una madre deja a su hijo crecer y que haga su vida para que luego regrese a
contarle como le ha ido… Es el apego producto del miedo lo que se resiste a que
ese niño vuele, no es el “amor protectivo” sino el miedo a perder…
¿Qué pasaría si dejamos el miedo por completo? A no tener, a ser
juzgados, a estar mal, a la tristeza, a estar solos, a no ser amados… ¿Qué
pasaría en nuestras vidas si nos permitiéramos hablar lo que queremos sin miedo
a que el otro piense, diga, juzgue o peor, a que nosotros mismos nos
enganchemos con nuestras palabras.
¿Por qué tenemos tanto miedo a soltar el Amor? ¿Por qué no nos
damos cuenta que lo estrangulamos cuando lo sostenemos? Decimos que a los niños
hay que dejarlos expresarse pero, vivimos en una sociedad que todo lo juzga.
Que nos dice qué arte es bueno y cuál es malo. Qué trabajos son buenos y cuáles
mal vistos. Si todos tenemos derecho a expresarnos, ¿por qué no nos lo
permitimos?
Hablamos del amor incondicional de Dios o de una madre pero, en el
fondo le ponemos condiciones a nuestro amor. Pues para poder amar a una
persona, sea familia, amigo, pareja o desconocido, esta tiene que ser: buena,
leal, generar confianza, sincera, amable, etc.
¿Por qué tanta condición? ¿Será que el Amor es limitado? ¿Podrá ser que
tenemos miedo a amar? Tal vez, simplemente no hemos entendido el juego…
Rodolfo Carrillo M.
Amar es dejar ser
15 de agosto ’14
Cómo está la vida compuesta de infinidad de elementos, que al
tratar de entenderla solo resulta siendo una ecuación imposible de resolver…
Aún soy un aprendiz de este juego entre el nacimiento y la muerte.
Entre las experiencias que he tenido, he podido reconocer que estoy más en mi
centro, más a gusto cuando dejo que las cosas sean. Esto implica reconocer y
aceptar mis emociones y mis pensamientos, dejarlos fluir.
Si la vida es un flujo constante de energía y un juego, ¿por qué
intento controlar y retener? ¿No es absurdo intentar detener las olas del mar
con nuestras manos?
Todo viene y va, el arte está en observar ese maravilloso flujo y
disfrutar el espectáculo. Mi problema ha sido que me han dicho como “tienen que
ser las cosas” y me lo he creído. Resistiéndome a lo que sucede, rechazando una
cosa tras otra. La frase “haciendo __________ vas a ser feliz” es lo que me ha
marcado. He creído que haciendo una y otra cosa iba a lograr esa felicidad
pero, me he dado cuenta que lo que sucede en mí es que surge el miedo a no
hacer las cosas bien. Inclusive he llegado a creer que el sufrimiento está mal
y que hay que liberar al mundo de él. Sin darme cuenta que seguía rechazando,
juzgando. Entiendo que el sufrimiento es solo una experiencia más en este
juego. No es obligatorio sufrir pero tampoco está mal. Simplemente, hay otra
forma de vivir, sin sufrir; sí se puede. Entonces, en vez de tratar de obligar
al Mundo a cambiar, lo que podemos hacer, es simplemente ser felices y
mostrarle que hay otra forma de vivir. Sin condenar al sufrimiento sino
abrazándolo, amándolo como una experiencia más.
Para tratar de que mi mente integre lo que mi corazón comprende
resumo lo dicho en los siguientes puntos:
1. Todo es vacío y del vacío
surge la forma como una ilusión. La vida es solo un juego que no hay que
tomarse tan en serio. El amor todo lo contiene.
2. Todo está en constante
movimiento, tratar de aferrarse a algo, o de controlarlo, genera sufrimiento
pues te saca del amor, nos lleva a juicios que brotan del miedo. Es importante
dejar fluir, no tratar de ser algo más que lo que somos en ese momento, en el
presente.
3. El sufrimiento es opcional
pero, no es malo. Todos tenemos derecho a experimentarlo sin que por ello
seamos menos. No hay nadie a quién salvar, amar es dejar ser.
El Universo entero está dentro de mí. Mientras luche con él o con
alguna parte, me sentiré desintegrado, como que algo falta. La aceptación de
todo es la llave que abre la puerta del Amor, soltar el miedo es lo que nos
permite cruzar esa puerta para poder jugar el juego de la vida.
Rodolfo Carrillo M.
Del amor sin condiciones
13 de agosto ’14
He vivido mi vida persiguiendo, corriendo tras un sin número de
cosas… notas, amigos, aprobación de mis padres, de otros, dinero estatus,
reconocimiento social y personal, lujos, experiencias específicas… Un deseo
tras otro… Siempre buscando ser feliz.
He corrido en una vida mundana, material y he volado en una vida
espiritual, siempre anhelando… Un deseo tras otro… a veces un carro, otras la
iluminación.
Pero, cada vez que alcanzaba algo, quería algo más. Entonces
empecé a “trabajar” en ser feliz con lo que tengo: dejar de desear tanto y
disfrutar más. Me deshice de mis grandes sueños como empresario, dejé la
carrera de “ser el mejor”. Me propuse vivir una vida más sencilla, una vida en
pareja y disfrutar de esa experiencia.
Seguía incómodo, aún faltaba algo. Entonces dediqué día y noche a
“ser una mejor persona, mejor pareja”; seguí trabajando en “ser bueno”, en “ser
espiritual”. Hasta que llegué al punto en donde renuncié a todo, no más “ser
bueno, responsable, buen hijo, buena pareja, espiritual”. ¡No más!
Ya no quería ser… estaba cansado de ser esto y lo otro… ¡agotado!
Y es que, nunca lo fui… “Yo no soy,” me repetí múltiples veces, no quiero ser
nada más. Y sin darme cuenta renuncié a todo… me vacié, de anhelos, deseos,
sueños, luchas, imágenes, de ¡todo!
Me convertí en vacío… Fue ahí donde pude entender el absurdo de mi
vida. Como había perseguido tantas cosas sin darme cuenta que nada es real
pero, a la vez todo siempre estuvo en mi.
Al renunciar al anhelo, al deseo, fue cuando pude empezar a Ser.
Entonces empecé a entender el Amor y el miedo en el juego de la vida. Cada cosa
que alcanzo, cada una que poseo me da una felicidad ilusoria pues al poseerlo
inmediatamente surge el miedo a perderlo. Cuando la felicidad viene de algo
externo, indudablemente trae consigo sufrimiento pues genera apego – miedo a
perderlo.
Dejamos que sea ese objeto, experiencia o persona lo que nos dé la
felicidad y por ende le otorgamos el poder de quitárnosla, entonces surge el
miedo. Y el miedo y el amor no pueden manifestarse en el mismo momento, son dos
caras de una misma moneda de la cual solo podemos ver una cara a la vez.
Ahí me di cuenta que el verdadero estado de amor no se puede
condicionar, ni limitar porque entonces empieza a haber miedo. Un simple límite
o condición limitante es usual que venga generada por el miedo a perderlo y al
surgir este miedo, el amor dejar de ser percibido.
Tendemos a tener tanto miedo a perder el amor que lo condicionamos
e inmediatamente lo perdemos. Por eso nos elude tanto este ansiado estado.
Creemos que podemos amar a unas pocas cosas en la vida y otras no amarlas pero,
en esto es imposible; no podemos amar algo y odiar otra al mismo tiempo porque
es un estado. Al darle al Amor un único objeto de colocación inmediatamente
surge el miedo y perdemos el estado, el Amor.
Por ejemplo, hacemos de nuestra pareja el objeto de nuestro amor y
nos sentimos muy a gusto con ella pero, al establecer condiciones de solo amar
a esa persona surge el miedo a que esta persona muera, se vaya, no me ame o que
ame a alguien más; en ese instante, ya no amamos sino que intentamos poseer
para no “perder” ese amor pero, no nos damos cuenta que ya lo perdimos porque
ahora hay celos, control, enojo, demandas, producto del miedo.
El verdadero amor es incondicional, lo ama todo: hombre, mujer,
noche, día, lluvia, sol, tristeza, felicidad, vida y muerte. Cualquier intento
por limitarlo lo convierte en miedo pues el Amor solo ES, cuando está libre. El
reto no es amar, sino liberarnos del miedo pues al dejar el miedo el Amor, el
verdadero Amor surge por sí solo.
Rodolfo Carrillo M.
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