Wednesday, July 30, 2014

Somos semilla

28 de julio ‘14

El universo es vacío, no hay nada. De ese espacio vacío surge un manto muy sutil de energía que todo lo cubre, esa energía puede tomar formas. En su estado más inalterado esa energía vibra muy alto, tiene un altísimo potencial y toda vibra en armonía, eso es lo que llamamos Amor.

Tu eres todo, toda esa energía de la que surge una mente, la herramienta que te mueve a través de la energía. Tienes un ego que sirve para poder ver “desde afuera” o “independientemente” esa energía, un vehículo para experimentar la forma, un corazón para sentir y que funciona como un radar que capta el vibrar (la emociones) pero que es también el que pone en movimiento la energía (crea). Surge la ilusión del tiempo para dar sentido a la experiencia y es la memoria la que permite esto y el intelecto te ayuda crear un sistema de interconexiones para jugar a “entender”.

Tu mueves la energía; imagina que hay un gran lago de agua cristalina y un fondo lleno de barro y tierra. Miralo desde arriba. Cuando te internas en el juego de la vida te metes a ese lago. Tu mero ingreso ya empieza a mover la energía, a generar olas, que sería lo que llamamos la creación o la forma. Según como te muevas en el agua, así estará la calidad, visibilidad y pureza de esta. Si te alteras mucho harás que el barro del fondo se eleve y enturbiará el agua. Si te mueves lento el agua se mantendrá pura y transparente.

Nosotros somos semillas que caen en el lago de energía del universo. ¿Qué pasa cuando una semilla cae al suelo? ¿Se mueve? ¿Escoge el mejor lugar para germinar? ¿Busca mojar la tierra para prepararla? ¿Se entierra sola? ¿Se esfuerza por crecer? ¿Corre? ¿Hace algo?

La semilla cae al lago, va al fondo, la corriente la lleva al lugar donde tiene que estar y ahí, ella espera que la tierra la cubra. La semilla se asienta y tiene paciencia. Ella sabe que es semilla y conoce su potencial. Cubierta por el lodo empieza a echar raíces, se conecta con la oscuridad y se nutre de ella. No lucha por salir a la luz, espera.

Se nutre y aprende. Poco a poco va sacando su tallo aún dentro de la tierra y sale al agua. Sigue paciente, no piensa en moverse a otro lado del lago que le parezca mejor, ella está ahí.

Sigue creciendo y si la tierra se mueve ella se mueve con la tierra pero poco a poco su raíces se van extendiendo y profundizando más en la oscuridad, en la tierra. Ella no huye de la oscuridad, se enraiza en ella, se nutre y se afianza en ella.

Crece aún más hasta salir del agua, ya las corrientes no la mueven ahora sus raíces son profundas y la afirman en un lugar. Y es ahí cuando florece, sin esfuerzo, sin trabajo, sin prisa… solo siendo.

Rodolfo Carrillo M.


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